La identidad y el civismo a la perla del Pacífico se reflejó en el concurso de oratoria “Guayaquil, Faro de Libertad”, desarrollado en los cuatro campus del Tecnológico Universitario Argos.
Los estudiaste expresaron sus sentimientos y anhelos para la urbe porteña. Mediante espacios de declamaciones se rindió homenaje a Guayaquil por sus 202 de independencia; además de manifestar sus habilidades en elocuencia y retórica.
Joshua Rivera estudiante de la carrera Tecnología Superior en Producción Agrícola fue el ganador del concurso, quien se destacó por su interpretación, dicción y desarrollo escénico.
Extracto de oratoria: “Siempre habrías dado lección de levantarte una y otra vez,
de ser indomable y siempre independiente, tan altiva como tus cerros y tu rio, como tu bandera que refleja el cielo de maravillas que eres, Guayaquil, ciudad de grandeza beata”. Joshua.
A continuación, puedes conocer el ensayo completo.
Guayaquil, faro de libertad
En las áreas redes de tu majestad,
Con tu belleza de urbe cosmopolita
Cautivas de asombro al qué te visita,
Llenando de inolvidables horas al pasar
Por tus calles llenas de historia y valentía,
Trabajo, bohemia y algarabía
Del Ecuador matriz de libertad;
Refulgente musa de voluptuosas virtudes, Guayaquil deslumbrante, que incluso de noche enciendes, por tu conjunción cósmica, a los comprometidos por la libertad que forjan la espada que rompe las cadenas en la fragua que exulta el gozo a través de la conspiración, en aquella fiesta de Octubre de 1820.
Dignos hijos tienes, Oh Guayaquil Valerosa, que sin dudarlo quisieron enaltecer tu nombre aún cuando se desconocen muchos los de ellos, que financian, militan, apoyan y crean la gesta librepensadora que daría más gloria a tu Augusto Nombre. Guayaquil, libre por los tuyos y los tuyos libres por ti.
Si bien se tuvo ciertos obstáculos, jamás se habría de desertar; tu revolución ya estaba pactada, hecha promesa en las venas de cada prócer y de todos los tuyos, cada vez se sentía más cerca la gloria… Siempre habrías dado lección de levantarte una y otra vez, de ser indomable y siempre independiente, tan altiva como tus cerros y tu rio, como tu bandera que refleja el cielo de maravillas que eres, Guayaquil, ciudad de grandeza beata. ¡Guayaquil, Guayaquil!
Oh Noche que te vistes de gala
para solemne acontecimiento,
interrumpe en tu silencio
la voz de: ¡Viva la Patria!
Y llegó el momento acordado. Mientras la ciudad dormía, la revolución se levantaba; en sigilosa astucia los sedientos de autonomía buscaron hacer historia inolvidable, en una hazaña sin par, con la luna de acompañante, rodearon a los defensores de las cadenas, y, sin encontrar resistencia alguna, con una sola gota de sangre que tercamente se derramaba por interponerse al paso de la independencia que venía con vigor, en las aguas del Salado y del Guayas jugueteaba una brisa de deleite que recibía a la aurora gloriosa que jamás se extinguiría. Sempiterna y fuerte se encendió la lumbre que se extendería hasta las faldas del Pichincha en 1822, consagrando a Guayaquil, para siempre, como Faro de Libertad.
¿Quién pudiere arrebatarte tu lindura?
Ni tus derrotas, mucho menos tus caídas,
Tus logros, tu gente demuestra la bravura
Del Guayaquil independiente su soberanía.
Es por eso que 202 años después, siendo nosotros hijos de aquellos que defendieron tal noble causa, estamos llamados a seguir resguardando la belleza e integridad de nuestra Urbe porteña, la cual manos criminales quieren teñirla de odio y fealdad; la esclavitud de la delincuencia está tomando de nuevo en yugo a nuestra ciudad; ¡se nos está apagando el farol libertario y no podemos permitirlo!
Que las ciencias, las artes, la educación y la justicia fragüen una nueva revolución donde seamos la luz de nuestro faro.
Perla del Pacífico que te abres al mundo,
Paraíso glorioso de virtudes fecundo,
Donde, enamorado, al Señor suelo pedir:
Que, en un rinconcito del cielo,
Siendo este mi último anhelo…
¡Contemple libre a Guayaquil!