Durante los últimos años, se han observado cambios políticos y socioculturales que han contribuido significativamente al desarrollo de la delincuencia en nuestro país, elevando los niveles de inseguridad en nuestra sociedad. En este aspecto de transformación sociocultural de la población muchos adolescentes, jóvenes y adultos de cualquier género han sido involucrados de manera forzada o voluntaria a cometer delitos, sumado a esto también influyen algunos factores de orden social, personal y cultural, como el alza en el nivel de desempleo, el acceso limitado a la educación y la carencia de formación en valores en el entorno familiar y social.
En declaraciones dadas por el Ministro del Interior al Diario Expreso en diciembre de 2022, indicó que las zonas más afectadas por la violencia son “Guayaquil, Esmeraldas, Manabí, Los Ríos, Santo Domingo y Santa Elena”. Con este antecedente, se decidió encuestar a ciudadanos de varios sectores de la Provincia del Guayas sobre su percepción del nivel de inseguridad y cómo este incide en el comportamiento psicosocial del individuo.
De las respuestas obtenidas, se tuvo que el 41% de los ciudadanos fue víctima de robo en los últimos seis meses y el 44% de sus familiares o amigos cercanos fueron víctimas de actos delictivos en los últimos tres meses. En el momento en que un sujeto es atentado por un delincuente, habrá consecuencias que repercuten en su psiquis y esto hará que sintomatice de formas variadas. Recordando que cada humano experimenta y siente de forma diferente. Entre las emociones más comunes están: sentimientos de desamparo, vulnerabilidad, preocupación. Ahora bien, estas emociones experimentadas tienen en común el miedo, al ser una emoción que le permite al sujeto estar en estado de alerta en situaciones que puedan llegar a ser contraproducentes para su integridad, tanto física como emocional.
Esta ola delictiva trae consigo que los ecuatorianos vivan en zozobra, acarreando consecuencias negativas en los comportamientos sociales de la población, además del impacto perjudicial en la vida de las personas desacelerando su calidad de vida y afectando la integración social.
La integración social estaría dada por los beneficios que aporta el engranaje ciudadano y la distribución de los bienes y servicios de protección social inclusive mejores fuentes de empleo, acceso a la educación y una formación en valores dadas desde el entorno familiar y social; todo esto basado en un sistema de políticas públicas y de orden social bajo la cultura de una nación.
En el estudio realizado se comprobó que el 42% de las personas sienten miedo ante situaciones “cotidianas”; por ejemplo, cuando se encuentran esperando por alguien en la calle o cuando sienten la posibilidad de robo, al ponerse en manifiesto el miedo, el cuerpo por lo general expresa los estados emocionales y regula el comportamiento como mecanismo protección. En este sentido, el estrés y el miedo son los determinantes o causantes de los cambios emocionales.
Siendo común somatizar a nivel fisiológico, como sudoración, músculos tensos, sentidos agudizados, palpitaciones, entre otros. Esto viene acompañado de pensamientos catastróficos; a este conjunto de sensaciones se las conoce como ansiedad, una emoción latente e intensa propia del ser humano, que puede ser positiva como negativa debido a que supone un estado de alerta ante una situación próxima. Por otro lado, el miedo pese a estar acompañado de la ansiedad opera de forma diferente, ya que no es necesario haber experimentado una escena riesgosa para sentirlo.
Como consecuencia, entre los daños psicológicos más frecuentes en personas que han sido víctimas de actos delictivos son la ansiedad, la pérdida de la confianza, la modificación de la conducta/comportamiento, el miedo, pérdida de interés y motivación, preocupación, molestias en el estómago y tensión.
Otro factor psicosocial que se ve afectado por la inseguridad es el bienestar, percibido como la calidad de vida que comprende «bienestar físico, mental y social, tal como la percibe cada individuo y cada grupo, y de felicidad, satisfacción y recompensa» (Levy y Anderson, 1980, p. 7). En este aspecto, dentro de los resultados obtenidos se evidencia un incremento del trastorno evitativo de la personalidad, donde el 34% de los encuestados indicaron que prefieren evitar lugares públicos o muy concurridos.
El abordaje a esta problemática de índole social va en contra de los principios éticos personales y sociales de una nación la misma que tiene causas socioculturales y personales, poniendo en peligro la integridad física y psicológica del individuo, afecta no sólo a la economía de un país sino que aproxima a que el ciudadano pueda arrastrar daños psicológicos después de haber sido víctima de un delito, los daños psicológicos podríamos denominarlos como hechos catastróficos que se dan por la mala administración de las emociones generalmente producidas por el estrés post traumático de una persona víctima. Desde un enfoque psicológico, podemos mencionar que todo malestar colectivo es un malestar individual, lo que varía son los motivos que se reflejan en sus comportamientos, es decir, los eventos que se han vivido en la contemporaneidad o son comentados en los medios de comunicación tienen un fuerte impacto en el comportamiento de quienes son espectadores, o en su defecto, víctimas. Un síntoma colectivo producto de un problema social.
Los sistemas terapéuticos son eficientes siempre y cuando el victimario acuda a centros de ayuda para sobrellevar las ansiedades -solo el 6% de los encuestados indicó que solicita busca ayuda para afrontar sus miedos ante la inseguridad-; sin embargo, debemos establecer protocolos personales para sanar esos estados emocionales y evitar comportamientos negativos que no aporten a nuestro desarrollo personal.
Centro de investigaciones
Tecnologico Universitario Argos